miércoles, 18 de febrero de 2015

Farola.



Bajo la luz de la farola, mis últimos pensamientos son para recordar todas las cosas que hice mal.
Esta farola es para mí lo mas cercano a ver las celestiales puertas abrirse ante mí, esperando mi llegada, humilde por mis pecados.
Pecados que ahora repuntan en mi mente, que en su momento solo fueron risotadas, sin consecuencias, pero hoy son terribles llagas abiertas y supurantes, que sólo están para dolorosamente recordar la agonía producida a aquellos que alguna vez rodearon mi vida.

Ahora, bajo la luz de la farola, te veo como mi verdugo, a menos de cinco pasos, con el arma todavía goteando la tibieza de mi sangre, haciendo vahos en la sábana helada del amanecer. Tenías que ser tu quien me acabase, porque de todas las personas, solo tú podías estar tan cerca como para discernir todo, desenredar la madeja, iluminar la soledad de mi mente, y sacar esas conclusiones (ciertas dentro de todo) de todo el mal que hice alguna vez.

La fuerza me abandona, al igual que mis fluídos, que mi aire, que mi fuerza. Me da sueño. Trato de hablar, más solo mi sangre llena la boca, y hago gárgaras que solo me llenan los pulmones con mas sangre. Entro en una especie de pánico, y comienzo a toser. Me salpico los ojos con mi esencia carmesí. Te veo todavía, imagen teñida en rojo. Translúcida. Eterna.

No alcancé a recordar nada más. Es solo oscuridad. Cierro los ojos.

El farol comienza a parpadear. El Cielo se niega, incluso en mi fantasía.

Soy solo un sumiso a mi propia perdición.
Todos lo somos.
Solo que yo me iré antes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario