miércoles, 25 de febrero de 2015

Tus Dedos...


No hay pasión mas grande en la espera de que tu día termine, y el ansia de ver tu rostro en la esquina. Un silencio sobrecogedor que me rodea. No hay gente. No hay vehículos. Solamente esperar aquella imagen tuya, tu postura descuidada, como si solamente faltase que estuvieses fumando (cosa que agradecí no hicieses nunca) y arreglándote ese desorden de cabello fino y castaño, que mas parece jugar con el viento, que con tu mano.
Como todos los días, solo pareces estar leyendo algún texto indescifrable en tu celular, alguna noticia antigua, algo que te haga parecer un individuo más del mundo, pero sé que en realidad, es tu infantil manera de perder el tiempo. Es tanto el candor que me produce. que incluso hace que me detenga unos metros antes, y contemplarte en tu propio fingido interés de descifrar los misterios de la vida, cuando en realidad es sólo la ansiedad por encontrarme

Creo que me confié demasiado, ya que mi escondite es fácilmente descubierto, y me ves con un grado de decepción, pero se borra y se reemplaza rápidamente con esa sonrisa que simplemente ilumina todos los habitantes de mi mundo. Trato de parecer casual, y me arreglo ese mechón de cabello, que siempre me cruza el rostro, mientras comienzo lentamente a acortar las distancias. Al momento que nos encontramos, el mechón nuevamente se me cae, y juego mi mano, mirándote sutilmente y mordiéndome el labio inferior. El efecto es el de esperarse al seguir en este juego, y noto como tus ojos se fijan en mi, y siento como tiembla tu piel al tocar tu mano. Te acercas y me besas la frente y ahora soy yo quien tiembla. Me mueves el cabello del rostro, y tus dedos me tocan mi mejilla. Tiemblo nuevamente. Sabes que eso ya es jugar sucio, y lo sabes. Te sujeto con una mano por tus caderas y sutilmente la acerco a mi cintura, con lo que logro un poco de resistencia, acompañado de tus manos que se ponen en mi cuello, manteniendo la distancia. Mi mano libre solamente busca el espacio abierto de tu cuello, y en un rápido movimiento me entierro en él, con un suave mordisco. Tu cadera ya no se resiste a mi mano, y tu mano cambia de posición de mi cuello, a mi brazo, buscando mi mano y entrelazando los dedos.

Me quedo un par de segundos más oliendo tu cuello, y dando un furtivo beso donde antes posé mis dientes. Sé te gusta esa sensación y que valoras mis intentos de hacerte ceder. Pero siempre ganas.
Tu besas mis dedos enlazados a los tuyos. Y me acaricias detrás de la cabeza, bajo mi pelo.
Me sonrojo. Hoy ganas.
Mi cuerpo es tuyo.

De nuevo.

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